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domingo, 24 de noviembre de 2013

El Elefante Encadenado

¡Buenas! Veo que el blog está un poco abandonadillo, ni Mazuelos ni Roberto escriben nada, y yo llevaba unos días con una entrada en mente, pero Paxo me quitó un poco la idea al escribir la entrada sobre "La liebre y la tortuga", ya que yo iba a escribir también sobre una fábula que he escuchado hace poco, pero ya para no poner dos entradas parecidas juntas, habia decidido esperar un poco a que los demás dejaran más entradas. Pero tampoco voy a esperar eternamente, así que allá voy.

Esta fábula la leyó en clase hace poco mi profesor de lengua. Yo nunca la habia escuchado antes y me pareció muy bonita. Se llama "El elefante encadenado", y es del libro "Cuentos para pensar" de Jorge Bucay.


Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe era también el animal preferido de otros niños.
Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un tamaño, un peso y una fuerza descomunales... Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la madera era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando era niño, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces por el misterio del elefante... Alguno de ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: "Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?". No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca...
Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño".

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa, porque, pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré. Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: "No puedo y nunca podré". Ésto es lo que te pasa, vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en ti, que no pudo.

Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón... ¡¡¡Todo tu corazón!!!


 

Bueno, creo que queda poco que añadir. Es un texto muy bonito y no tan escuchado como lo de la "Liebre y la tortuga", pero creo que es igual de reflexivo.
"La liebre y la tortuga" nos enseña que con constancia podemos lograr todo lo que queramos, y que nadie es más que nadie, que los que más corren y van de creidos son los que antes se estrellan.

Y esta fábula del elefante nos enseña que sólo porque nos hayamos enfrentado a algo alguna vez y no lo hayamos conseguido, no podemos darnos por vencidos. Porque el tiempo pasa, y aunque no nos demos cuenta, las personas maduramos, nos hacemos más fuertes y sabios a base de tropezar, caer y tener que seguir luchando. Que no perdemos nada por seguir intentando superarnos a nosotros mismos una y otra vez, que no podemos rendirnos y cuando tengamos que enfrentarnos a algo, no podemos pensar que no podemos, porque nos perjudicamos a nosotros mismos. Tenemos que pensar que podemos, que somos capaces y podemos lograrlo, y quizás fallemos, sí, pero entonces debemos volver a intentarlo, una y otra vez, hasta que por fin lo logremos. Porque quizás es que aún no estamos del todo preparados para conseguirlo, quizás aún, como el elefante, no hemos reunido la fuerza necesaria, pero quién sabe, a lo mejor la próxima vez sí que estemos preparados y seamos lo suficientemente fuertes. Pero claro, ¡eso no lo podemos saber si no lo intentamos!

En fin, aquí lo dejo ya, porque no quiero resultar repetitiva, esto es algo que ya deberíamos saber todos.
Lo importante es la fábula en sí, que me gustó mucho porque no la había escuchado antes, así que quería compartirla para que la conozca más gente. Espero que os guste tanto como a mí, ¡un abrazo para todos! :D

7 comentarios:

  1. Uff entre la fábula del elefante y la de la liebre y la tortuga, estáis publicando muy buenas entradas de las que se pueden sacar enseñanzas bastante buenas.

    Todos algunas veces somos la liebre soberbia y presuntuosa que se cree más que nadie y luego se pega el gran palo al ver que debía de haber sido más HUMILDE. Nos enseña mucha humildad esa fábula.

    Pero estoy aquí comentando para hablar de la otra. La del elefante. Como tu has dicho es bastante interesante. Demuestra que hay muchas cosas que nos "atan" pero no porque sean fuertes sino porque somos nosotros los que no nos vemos capaces de desatarnos.

    Un gran hombre con el que a veces hablo me dice también que "Tanto le puede impedir volar al pajarillo estar atado una soga, como a un hilito". Pero sin duda, somos elefantes que podríamos soltarnos de esos hilos si tuvieramos confianza en nosotros mismos.

    Buena enseñanza :)

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  2. ¡Roberto! :) me alegro mucho de que te gusten! a ver cuando te animas a escribir tú, que seguro que haces entradas más interesantes y filosoficas jajaja ^^

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  3. jajajajaja que fuerte tio, voy mirando tranquilamente y me encuentro el elefante que ayer estaba ahí tan grante, tan tranquilo y tan pancho hoy está encadenado. Me ha gustado, muy buen efecto especial. Antes no y ahora sí, ahora sí y antes no jajajjaa

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  4. Jajajaja es que no me convencia a mi el elefante así solo quedaba muy soso, así que estuve ayer dos horas para poner las cadenas esas jajaja

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  5. Andrea esta perfecto lo k as puesto me enkanta loka!Rekuerdos!:))

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  6. Supongo que eres Ramón jaja :) muchaas graciias ^^

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  7. Jeje tenia k komentaar!Y las gracias ni darlas!!:P Aver si nos vemoos!

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