Aprovecho
el día de mi graduación para escribir esta tan reflexiva entrada,
con carácter de crítica constructiva hacia los centros educativos
que he estado visitando últimamente. Como podréis ver, he adoptado
una forma de escritura gramaticalmente bastante correcta, esto se
debe a todos los papeles que llevo rellenando unos meses.
El tema
principal de esta entrada se refiere a una comparación entre el
trato a primera vista del personal administrativo de diferentes
centros con respecto al instituto en el que estudio. Sé que e tiempo
que he estado estudiando en mi instituto ha hecho que conozca a fondo
al personal administrativo, así como al profesorado, y esto haga que
mi trato con ellos sea más familiar, pero, aunque en los otros
centros me hayan atendido personas que ni conozco ni me conocen, es
importante la educación y el saber estar en el trato.
Comenzaré
describiendo al personal administrativo de mi instituto. Llevo
estudiando en el I.E.S. Manuel Reina, de Puente Genil 6 años, lo que
me ha llevado a conocer a muchas personas con las que he tratado día
a día, siempre con la educación, el respeto y el saber hacer como
seña de identidad, aparte de una sensación de seguridad y confianza
enorme. Desde las conserjes, hasta el Director del centro son
personas atentas y pacientes, dispuestas a ayudarte en todo lo
posible.
Continúo
con el primer centro: Conservatorio Profesional de Música “Maestro
Chicano Muñoz”, Lucena. Tras decidir cursar durante los próximos
años los estudios básicos de música en la localidad lucentina,
llego a este conservatorio a pedir los papeles de preinscripción. En
la ventanilla de Conserjería, una señora muy amable me entrega un
papel y me explica que, para cualquier duda, podría visitar al
Director del Conservatorio, al que, tras rellenar el papeleo, tendría
que entregarle los documentos. Una semana después, vuelvo a Lucena a
entregar los papeles ya rellenos. Me atiende el director, un hombre
de mediana edad, de porte formal, que derrochaba confianza en sus
palabras. Varias semanas después, vuelvo al conservatorio para
realizar la prueba de aptitud. El profesorado que ejercía las veces
de jurado, desde el momento que entré en la sala, se dirigió a mi
con seguridad, confianza y simpatía. Este tipo de personal es el
ejemplo de “trabajadores que saben trabajar”.
Segundo
centro: I.E.S. Marqués de Comares, de Lucena. A este centro acudí
el pasado miércoles para rellenar la solicitud de preinscripción
para cursar mis próximos estudios. En la ventanilla de secretaría,
la administradora que, pese a la rapidez de su habla, el algunos
momentos irritada, hacía bien su trabajo, se empeñó en que
entregara los papeles rellenos a ordenador, algo que no podría
hacer, ya que tendría que volver a casa y perder otro día para
entregarlos. Tras ello me informó de que era muy probable que no
pudiese entrar en el horario que a mi me convenía y me informó del
centro al que debía acudir. Este ejemplo es de una persona que sabe
hacer su trabajo, pero podría hacerlo mucho más llevadero, ya que,
cuando salí del centro tenía la sensación de poseer menos
información de la que tenía antes de entrar, aunque ahora tuviera
más papeles que me dieran dicha información.
Tercer
centro: I.E.S. Vicente Núñez, en Aguilar de la Frontera. Tras 10
interminables minutos llamando al timbre de la entrada cuando el sol
de la mañana pegaba más fuerte, conseguí entrar al centro y,
obviando la información que se me pudiera dar desde conserjería,
directamente acudí al despacho de Jefatura de Estudios, donde se me
derivó al de Administración. Desde que abrí la puerta de la sala
de administración, sentí un ambiente algo negativo hasta que,
cuando la señora administradora abrió la boca, confirmé mi teoría,
recibiendo un trato pésimo, ya que esta señora no admitía mis
papeles rellenos a mano. Tras recibir una voz más alta de lo normal
y salir del despacho malhumorado ordenándole a voces tranquilidad,
rellené los formularios y se los entregué, alegando que no volvería
a admitir un trato como el recibido. Tras ello, me dirigí al
despacho de Dirección a informarme sobre las adjudicaciones de
centros, con mi sorpresa que, el hombre que buscaba una carpeta en el
armario de la sala donde entregué mis papeles era el director. Tras
un amable trato con este hombre, salí del centro con cierta
satisfacción por su trato recibido. La primera persona que me
atendió es una persona que no parece feliz con su trabajo, todo lo
contrario que la segunda, que parece tener un trabajo que le gusta y
le apasiona.
Para
acabar con esta entrada, aunque se que nadie de los que serán
nombrados leerá esto, me gustaría agradecer al profesorado que he
tenido todo este tiempo todas las horas que me han dedicado. Estas
personas como Antonio J. Herrador, ese profesor de lengua que me
hacía leer en clase a voces; Jana Rivera, que no sólo enseñaba
Ciencias Sociales, sino también nos hacía buenas personas; Inma
Revelles, con la que aprendí que un profesor no es borde, sino que
hace su trabajo en función del trato recibido; Rafael López y sus
chistes sin sentido; Eloísa Villarreal, María Carrégalo, Juan
Cano, Inma Román, Jose A. Gómez, Juan Rojas y, por supuesto Antonio
Rodríguez, junto a todos esos profesores y profesoras que forman una
segunda familia, no sólo por la ayuda recibida, sino por los buenos
ratos fuera del instituto, darles las gracias, aunque esta noche
vuelva a hacerlo. Todas estas personas son aquellas con las que,
aunque salga de mi pueblo, vaya donde vaya, llevaré en mi mente.
Happy Graduation"!!!!
ResponderEliminarfelicidades y aunque no lo lean esta bueno ser agradecido!!!
ya te sigo!
besos <3